(20 de Septiembre. Anochecer del segundo día del terremoto)
Llegó la noche. Muchos como yo, estamos agotados, y lo único que hemos hecho es pasar la voz todo el día. No quiero ni pensar el agotamiento de nuestros héroes en las trincheras entre los escombros.
Gracias, mis héroes silenciosos. Los del puño de oro. Los que levantan el brazo en señal de: hay un tesoro; un alma viva que arrancar de las penumbras de la tierra.
Y todos sin aliento procuramos no respirar haciendo demasiado ruido, para poder escuchar, la esperanza de una niña que sobrevive en los escombros, o una madre, o un padre, un niño, un bebé, un abuelo o un cachorrito que lucha por su vida.
Puño de oro y silencio, Y todos, veneramos obedientes, en honor a la gran recompensa que se encuentra en las profundidades del escombro.
Gracias mis topos, mis rescatistas, mis voluntarios. Hacen tan grande a nuestro país, que nos salvan a todos de la oscuridad.