Me he rendido, de las horas sin tiempo llegan oleadas de aire turbio. Aquel que levantó la polvareda ante la tormenta. El cielo esta triste hoy. Escucho las risas, el batir del agua atrás, las copas chocar, la música lejana que se me antoja tan amorfa y extraña.
Siempre que cedo a la tentación de recordar tus pasos, cuando le doy espacio a que el universo continúe su curso, allí está de nuevo, el recordatorio.
Tú y tus historias. Tú y tu nada. Tú y ese mundo prohibido que intuyo absoluto. Nadie me creería ya que no lo busco, vaya, yo misma empiezo a dudarlo. Sólo... aparece, se manifiesta, de manera aterradoramente mágica. Como aquel maleficio lanzado por la gitana que te persigue más allá del infierno. Si sigo creyendo todas estas historias metafísicas que me han contado, yo provoco los absurdos reencuentros, creo esas realidades, las invoco, las manifiesto como este intento de soltar ese ser que formó una dimensión completa ajena a mí.
Es increíble como los pedazos de lo que fuimos, a través de las vidas, se han regenerado, y ahora son como las constelaciones, o los lunares en mi espalda... paraísos completos, infiernos, seres vivos, latentes por sí mismos en otros cristales rotos, que aún son parte de ti, cuando observas la luna.
Esa es mi historia contigo. Mi historia contigo no es una historia feliz, eso ya lo sabes. Es una historia de amor donde los protagonistas no se aman, se odian todo lo que pueden, siempre lamentan haberse conocido, se alejan siempre, siempre regresan. Se desgarran las tripas, y se miran con indiferencia siempre que saben olvidarse, se desencuentran cuando se buscan: el universo conspira al unirlos cuando se detestan... Nunca se olvidan, siempre se esperan, se huelen, se desean, se provocan reacciones viscerales... se buscan todo el tiempo en otras letras, otras pieles, otros aromas. Es patológico. Una pesadilla recurrente. Es una historia que acaba en muerte y desolación, en el desamor de todo lo que fueron.
Mi historia contigo es más bien un viaje filosófico de autoconocimiento ante el pleito constante de un ideal que no existe. La frustración absoluta de algo que te persigue o te arrastra, irremediablemente, en universos paralelos que jamás se cruzarán. Es una historia que habla de dolor, de engaño, de mentiras y máscaras, de obsesiones y duelos compartidos. De historias simultáneas, más importantes y reales. Habla de inteligencias en choque, de hambre, de necesidad de encuentro, de hastío, de nausea reiterativa... de las colas de unos cometas que sólo se cruzan por casualidad, cada siglo, y continúan su camino, añorándose.
Mi historia contigo no existe. Tú no existes. Hace mucho tiempo que jalaste el gatillo...
D.L .