Entre más enredado era el camino, más me
atraía. Es la seducción del jugador. Si todo fuera fácil, ¿para qué intentarlo?
Los retos siempre me han agradado. El juego
de la vida se hace interesante. No me definiría como obsesiva, no… pero sí
constante.
Es lo divertido, como la preparación de la
fiesta, pero si no sigues allí, atento todo el tiempo, te perderás las
sutilezas, el verdadero brío del juego. Y si eso sucede, perdiste antes de que
terminara la partida. Yo no quería permitir que eso sucediera. Todo estaba
colocado en su lugar por alguna razón. Las casualidades son una ilusión. A
veces la vida tiene motivos, a veces es la muerte la que los tiene. Y otras, la
mayoría, son los seres, que inconscientemente llevan sus pasos a algún
acantilado, o su mano al gatillo, o su cuerpo al río…
Y el buen Daniel… con su obsesión por vivir…
sediento… loco en el deseo de beber, beber vida… me despreciaba a cada respiración. ¿Qué sería del Ying sin el Yang? No podría haber vida sin mí... no podía negarme siempre.
No hay peor necio que el que no quiere
entender. Y eso te pasa a ti, Daniel. Tu pasado y tu futuro lo nulificas, tu
hoy es lo importante, porque quieres vivir. Y cuando bebes de la vida así, te
puedes envenenar. Hay una razón para que existan los tiempos, Daniel. Por algo
está tu ayer, con fracasos y derrotas, con éxitos y momentos de felicidad
extrema. Por algo está el mañana… con promesas y miedos, esperanzas, planes,
temores y ambiciones.
Lo que no entiendes, es que la vida no es una partida de
póker abierto. En realidad, juegas con una gran tramposa, que te seduce, te
tiende trampas, elabora complejos escenarios, sólo para ver cómo reaccionas.
Y tú, en lugar de dar un paso firme y
previsor, a cada trampa suya, la amas más… comprendes menos. ¿A dónde te
llevará este camino si continúas así?
La vida solo juega contigo... ¿cuándo lo comprenderás?
¿Hasta que estés en mis brazos y ya no puedas despertar?
-Estractos de Novela-
Alyne.