Sin
medias tintas, pero mucha geometría…
Algo sutil, él partía de que todo tiene un
maravilloso sentir matemático. Buscaba cadenas y patrones en todos lados. De
manera asombrosa, su cerebro se movía en ese sentido: al ser uno letras, la
mente numérica siempre se ve como un enigma.
Solía equivocarme. Todo partía de que los
ingenieros eran cuadrados, nada más errado. El ingenio los ilustra, la
creatividad los guía, construyen puentes, diseñan aparatos, sistemas, ideas,
obras más increíbles a partir de esa base: simples y deliciosas matemáticas.
De niño tuve un colapso con ellas… no fue
verdaderamente mi culpa. Tengo identificado el problema generador una confusa
maestra de primaria a la que llamábamos Towi por su característica manera de
maquillarse al estilo Panda... completamente negada para entender, y mucho
menos, explicarnos los quebrados. La maestra nos marcó de una manera terrible... bien me decía mi maestra de alemán: lo que aprendes mal, tienes que "desaprenderlo", para volverlo a aprender, y es mucho má complicado....
Eso marcó para siempre mi perfil. Integrales, derivadas,
las más complejas funciones trigonométricas o algebráicas no presentaban un reto
grave para mí, siempre y cuando no involucraran quebrados. En el momento que tengo la desgracia de ver 1/2... en ese momento, el
bloqueo es absoluto. Se lo agradezco a
las dos semanas que TODOS los días, la querida Togwi nos explicaba que el
método que nos había enseñado el día anterior,
para multiplicar y dividir los
quebrados, era incorrecto, y nos
mostraba uno “bueno”. Al final de las semanas el único mensaje claro tatuado en
mi cabeza es que los quebrados eran COMPLICADÍSIMOS. Al grado que eso definió
que mi perfil no se inclinara a las ingenierías a la hora de elegir carrera
universitaria, y mi mente sufriera fobia al solo “partir a la mitad” un entero
en cualquier operación, sin importar su complejidad…
Quizás de
allí mi fascinación por Escher, y su infinito matemático… el infinito de la
mano que se dibuja a si misma, la ironía de las escaleras que llegan y salen de
los mismos lugares y se detienen en la
nada de donde provienen, surgen y se esconden... aquellos demonios, monstruos y
largatos que ganan en su camino dimensiones y las pierden habitando dos ejes,
invadiendo el tercero, para regresar a
su segunda dimensión sin gran alarde…
Como siempre, no hablaré de su origen, de su cronología,
su geografía no me interesa, es la habilidad geométrica, el exquisito infinito
de su obra lo que hoy me mueve. Quiero sentarme a admirar una mente
deliciosamente matemática, capaz de convertir un tablero de ajedrez en una
parvada de aves volando hacia el horizonte.
Toda la obra de este genio maneja quebrados…
suspiro… seguramente, Escher no sufrió a una Togwi en quinto año de primaria…
… atemporalmente, el
extranjero.