He pensado seriamente en desatar titanes, en convenir susurros, adivinar siluetas. Quizás los titanes distraigan mi atención, ahora, que no debo desenfocarme.
No he sido ya, la de hace 2 lunas. Los eclipses suceden cambiando nada y transformándolo todo. Es como un enorme espiral de caída, un tobogán oscuro al que no alcanzo a comprender... aquellos, ellos, los todos, lo notan... han dejado de importarme. Sé que lo saben. Lo penan, y lo reprochan.
Quizás sólo caprichos del viento, pero llevan razón, no soy ya, la de hace dos lunas. Me sorprendo a mi misma cimbrando el alma tatuada que no me pertenece.
Por fuera, nada ha cambiado. Mi piel es la misma, blanca y tersa, esperando, adivinando el ocaso. Mis ojos, los mismos, refuljurando en sus letras... nada, algo, todo ha cambiado. No deseaba creerlo. No lo creí capaz. Subestimé su fuego. Nadie, en mis tiempos etéreos lo había logrado, no sé cómo lo permití... no sé cómo lo hizo... no sé como lo ha bloqueado.
La única vez que deseé que fuera de otra manera, me volví cenizas.
Una ambivalencia sucede entonces de lazos estructurados que no concuerdan. Me permití romperlos y te quebraron. No pudieron ser nada. Eso es lo que no me creo.
Hoy, aquí, sin tiempo. El eterno olvido de lo que nunca fue, me abruma.
No sé reaccionar. No sé moverme. No sé sentir. No tengo idea de qué hacer. En verdad... no soy la misma de hace dos lunas...
¿Quién lo diría? De las cenizas surgió el lobo, no el fénix...
Alyne.