Has cerrado la puerta, o lo hice yo, intencionalmente. Desde el momento en que hizo click la cerradura, te anclaste obsesivo en mi piel, en mi mente, en mi duelo.
No estoy sufriendo en realidad. Sólo.. te pienso casi todo el tiempo. Y ataste mis manos de manera permanente, jamás podré volver a buscarte ya... tú tampoco lo harás. Esa inevitable sensación de pérdida me arropa.
Me preparo para salir a correr, y mientras me enjuago la cara y entre ojeras y ojos hinchados el espejo me regresa esa mirada triste. Odio la mirada triste. Carajos, esta es la peor parte. La realidad de que la vida sigue. El lapso interminable de tiempo entre que mueres, y vuelves a renacer. La vida brincando entre los momentos que te quitan el aliento... y los "sin ti", que hoy pesan tanto.
Intento recordar que antes no eras y que no debería haber diferencia ahora que vuelves a no ser. Mi alma te añora, sí. Pero de sobra sé que eso no funciona así.
No importa si te amo o no, no importa si nos equivocamos al nombrar nuestra piel como una sola, no importan las noches de promesa y amor... importa un demonio si sientes o sentiste algo por mí, ya no hay mucho que hacer.
Normalmente, cuando el amor eterno de almas gemelas, se acaba, es una situación permanente. ¡Al diablo el efímero amor eterno! ¡Cómo le encanta joderme la vida!
Seco mi rostro y amarro bien mis agujetas. En la carrera para olvidar las penas, a cada paso y ritmo de la música, te pienso cada vez más. Lo doloroso no es lo que fue y ya no es. La ironía insufrible es lo que jamás fue y soñamos juntos. Que decidiste fríamente que simplemente no puede ser.
Suspiro. Regreso empapada a casa, me baño, las gotas de la regadera acarician mi piel con avidez... y yo reacciono. No, no estoy sufriendo, pero te pienso tanto, maldita sea. Talvez estoy viviendo en la negación. Espero aún que el -adios- te pese tanto que no encuentres manera de mantenerte alejado. Pero no me engaño. Sé que fuiste determinante. No fue una decisión arrebatada, lo meditaste. "No puede ser, me voy, no funcionaría jamás."
Tu mente, siempre arrebatadoramente lógica y brillante se aleja del corazón, de la piel y el alma y me dice: "Lo siento... no puedo."
Y no sé odiarte. Pero tampoco sé qué se supone que tengo que hacer con esto ahora... qué hacer con la piel que reza tu contacto, ¿qué hacer con el alma que ruega por aquel encuentro que inventamos juntos?
Estaré bien, al menos, eso creo.
Es más una sensación de terrible frustración..
¿Tienes una idea lo que me cuesta no pensarte?
... Venice