El Canto de la Memoria Cuaternaria

Arrancados de otras eras fuimos a dar a la era cuaternaria,

estábamos más cerca de lo lejos entonces...


Allá donde los árboles se hacían más pequeños a nuestro paso,



donde los océanos abrían los ojos a nuevas latitudes:


en el fondo un paisaje ávido para las nuevas lenguas,
los dioses eran eléctricos y con dientes y con ansias.


Centenares de épocas reconcentradas en el hielo evaporado,

desde entonces cuántas lenguas han pasado por nosotros,

cuántas mentes y extravagancias psicológicas y morales:




vimos crecer la antropología con sus gritos delirantes,
hemos visto caer las profecías a un lado del mundo

donde las civilizaciones rayaron la tierra de garages,

partícipes de los grandes inventos empujamos la rueda,

forjamos el metal en que habrían de quedar los corazones.


Una mañana corríamos despavoridos de la santa inquisición;

otra noche el telescopio acercaba nuestras manos a la centella,

siempre la música era un trago de luz para nuestra oscuridad.


Sólo el silencio nos despertaba con su aroma de sol,



luego el sonido de las artillerías encendieron el cielo,

las huellas en la arena eran estrellas caidas,

mientras un sonido artesanal departía del otro lado del mundo.

Un poeta colgado de una ventana hacía gárgaras de luna...


luego nos encontramos: yo era un árbol y hablaba,


tú eras los ojos que murmuraban en el nido de las imágenes,

nada nos desengañaba, el mundo nos tenía hechizados

no había vida o muerte, tan solo presencia

¿En dónde estábamos? ¿En qué luz? ¿En qué silencio?





¿No estábamos mejor donde nos tenían...  antes de antes?





Xavier Maples.