Suicidas por accidente...

Encuentra los ocasos en los encuentros.


Y así, me encontré con una historia, tantas veces repetida y con ella tantos silencios. Me han dicho que debo escribir las sonrisas, no sólo las penas. Nunca me había tocado verlo desde un lugar ajeno de expectador, intentando no juzgar.


Herman Hesse nos decía en el lobo estepario que existían dos tipos de suicidas, aquellos cuya naturaleza les impedía disfrutar la vida, y la penaban siempre, muertos en vida, anhelándola, pero jamás jalando el gatillo. Estos seres morían todo el tiempo, sin que se atrevieran nunca a verdaderamente escapar.

Y luego estaban los suicidas por accidente. Aquellos arrinconados por situaciones extremas y quizás efímeras. Un detonador que les quiebra la burbuja y los obliga a brincar, jalar el gatillo, poner la soga al cuello, tomar el veneno o abrirse las venas.

Siempre he despreciado a los suicidas... me parecen cobardes, egoístas y vengativos. Porque su muerte es un acto de venganza en contra de los vivos, su muerte es un anhelo de lastimar en el alma a aquellos que los aman y los necesitan. Ellos firman su frase final y "se escapan",  dejan en esta dimensión culpabilidad, duelo, marcas indelebles, que no se borrarán nunca. Me parecen infinítamente crueles.

Recientemente, alguien importante para mí sufrió la huída de su alma gemela.
Está desolado, porque logró disuadir muchas veces el romance de la muerte, y esta vez, no lo logró.

Está desolado, porque lo extraña. Porque no hay peor duelo que el que no sabe expresarse. Y el luto tiene razón de ser. Yo no he podido hacer gran cosa. Comencé por negarlo. Eso NO ocurrió. Dije tajantemente. Esa negación de la muerte que me persigue de manera inmadura, sin importar las eras que pasen. Mi amigo tuvo entonces que defender una realidad aterradora: era real, había pasado. Su peor pesadilla, aquella que en las largas noches de desvelo se asomaba temeraria, cumplió su amenaza.
No quise provocarle más dolor... pero...
El tributo de sus alas en pena, es lo único que puedo ofrecerle, eso y un abrazo constante y absoluto.

Y la promesa que este dolor, como todo, también cambiará...

MIentras tanto, para tí, Leo, con cariño:


“Camino de las lágrimas” de Jorge Bucar,  20 recomendaciones para sobrevivirle: 
  1. Permítete estar de duelo: dáte permiso para sentirse mal, necesitado, vulnerable..
  2. Abre el corazón al dolor: expresa las emociones que surjan en lugar de reprimirlas.
  3. Dáte tiempo para recorrer el proceso de duelo y sobre todo aprovechar ese tiempo para superar el duelo.
  4. Sé amable contigo mismo, no te olvides de quererte a ti mismo, lo que implica también ser paciente con respecto a la superación del dolor.
  5. No tengas miedo de volverte loco: las emociones y sensaciones de tristeza, enojo y dolor son normales en esas circunstancias.
  6. Aplaza algunas decisiones importantes, ya que no se tiene el 100% de la concentración.
  7. No descuides tu salud (física y emocional).
  8. Agradecer las cosas pequeñas que siguen existiendo en nuestra vida. Perdónate, nadie tuvo la culpa.
  9. No temas pedir ayuda.
  10. Se paciente con los demás, algunos también están sufriendo por nuestra pérdida y otros tratan de ayudarnos aún sin saber cómo hacerlo.
  11. Dáte tiempo para descansar y paulatinamente para empezar a tener momentos de esparcimiento
  12. Confiar en nuestros recursos para salir adelante (en caso de que no sean suficientes volver a recordar que podemos pedir ayuda)
  13. Acepta lo irreversible de la pérdida.
  14. Ten en mente que elaborar la pérdida (seguir nuestra vida de manera “feliz”) no es olvidar.
  15. Aprende a vivir “de nuevo”, lo que implica aprender a vivir sin algo o sin alguien, de otra forma, y que esta forma sea positiva para nosotros.
  16. Céntrate en la vida y en nuestros seres que amas que siguen vivos. ¡Vive!
  17. Define tu significado con respecto a la muerte.
  18. Vuelve a tu fe.
  19. Busca las puertas abiertas: estate atentoa las oportunidades o cosas buenas que la vida que se nos irá presentando.

Un eterno abrazo de una criatura a otra. Estarás bien. Lo prometo.


Elisa.