“Ni modo: el PAN no me está dejando otra alternativa: iré vestida de luto a votar por López Obrador”, escribió una lectora en FaceBook. La conclusión es temible si consigue adeptos… y es errónea porque, huyendo de quien es el candidato oficial del PRI, caen al PRI que-no-se-atreve-a-decir-su-nombre. El odio al PRI nos ha llevado a borrar matices. ¿Se imaginan estos desesperados votantes al presidente López Obrador, en 2018, apareciendo en tv, horas después de cerradas las casillas, para anunciar que le ganó la oposición, cualquiera que sea ésta? ¡Si jamás en su vida ha aceptado una derrota!: le hicieron trampa en Tabasco, primero con la candidatura para alcalde de Macuspana (tan barato que nos habría salido), luego al no lanzar a su patrón, González Pedrero, luego a él mismo. Y por último, tras de aceptar en su lujoso cuartel de campaña, varios pisos del hotel Marquís-Reforma, que había perdido ante Calderón, llegó al Zócalo a gritar que había ganado.
Pero admitir “mi partido perdió” ya lo hizo un presidente miembro del PRI. En 2000, el presidente Zedillo esperó el anuncio del IFE para salir a reconocer la derrota ante el PAN. Lo hizo porque no es verdad que el PRI sea un partido monolítico. Así como el PRI de Zedillo aceptó su derrota en nada menos que una elección presidencial, otro PRI donde reinan Bartlett y similares, hoy en el PRD, inventó el “fraude patriótico” de 1986 para impedir que en Chihuahua tomara posesión un gobernador del PAN, Francisco Barrio.
La dirección del PAN se encuentra tan profundamente extraviada que no parece darse cuenta de que, si Peña Nieto firmó 600 compromisos a cumplir como gobernador del Estado de México y “sólo” cumplió 599.5 es un inmenso elogio, el mejor, el superlativo, para Peña Nieto. Vimos a los dirigentes del PRI y del PAN alegando si un puente a medio construir era el prometido o era otro, completo, en otro sitio. El PAN debía saber que destacar cómo Peña no cumplió 5, 10, 30 compromisos significa que cumplió 570. Y eso pasaría a ser parte de la campaña de Peña. Ni siquiera es el asunto del vaso medio vacío o medio lleno. No: es que el vaso está lleno pero le falta una gota. “Tok, tok”, suene usted en la calva de Gustavo Madero, y luego grite al oído: “Hola, hola, ¿hay alguien allí dentro?”. No responderá nadie.
Votar AMLO es votar Bartlett, su actual maestro de ceremonias en mítines, y Bartlett es a quien el PRD ha acusado, por 24 años, del fraude contra Cuauhtémoc Cárdenas en el 88. Fue notorio, por breve, el acercamiento de Cárdenas a López: en cuanto bautizó a Bartlett en su Jordán redentor, Cárdenas volvió a desaparecer de escena. ¿Es tan difícil verlo?
Votar AMLO es votar René Bejarano, extorsionador de contratistas a quien vimos llenarse maletín y bolsillos con fajos de dólares por sobornos; es Martí Batres, que le vendía a los pobres un líquido blancuzco que, analizado por Salud, resultó contener excremento. Es Dolores Padierna, acusada con Bejarano en varias ocasiones de fraude con vivienda popular después del sismo del 85. Es Porfirio Muñoz Ledo, embajador empistolado, joven rapsoda del patriotismo del presidente Díaz Ordaz por haber salvado a la patria en 1968. Y son el priista Arturo Núñez, el priista-salinista Camacho, el priista Ricardo Monreal que gobernó Zacatecas bajo la franquicia del PRD con todo su equipo emigrado del PRI.
Sobre todo es votar por el poeta macuspano que escribió: “Avanzar, avanzar con el PRI/compañeros, avanzar./Libertad, unidad/democracia y justicia social…”. La gente cambia… Pero ¿tanto? Y sólo cambió cuando el PRI no le dio hueso. Es el que llamó “pirrurris” al millón de personas que marcharon en el DF para exigirle seguridad en una ciudad acosada por el crimen. El que hace con 50 mil pesos mensuales la multiplicación de los panes para cubrir el país. El que acusa de corruptos a sus representantes de casilla sin prueba alguna. Y jamás les pide perdón, porque no se equivoca.
De verdad, ¿creen ustedes que esa bazofia regurgitada por el PRI es mejor que Peña Nieto? Cumplió, en el peor de los casos, 599 de 600 compromisos de campaña… ¿No es su mejor presentación, su mayor elogio, su bandera? El PAN le dio vuelo a ese dato envuelto para regalo. Ni cómo ayudarlos.
Como jarro DE atole, botella DE tequila, taza DE café, cartón DE cerveza, así vaso DE agua: porque es una medida, uno lleno y no sólo mojado. Glass of water, verre d’eau… etcétera.
Novedad: Agápi mu (Amor mío) en eBook: http://www.amazon.com/dp/B007LX0TPU
(Artículo aparecido en Milenio el 23 de Abril de 2012: http://www.milenio.com/cdb/doc/impreso/9145412)