¿Y tus amores, AMLO...?


A los que amo. Elecciones federales México 2012



No os dejéis consolar.
Bertolt Brecht


Andrés,
lo siento, ya no os AMLO,
mi corazón y mi alma no son suyos,
ni de ninguno de los otros en absoluto;
pretendientes codiciosos
de este corazón tantas veces roto,
de este cuerpo tantas veces violado.




Confieso que me gustan sus maneras,
me seducen sus palabras susurradas al oído,
su buena fe, su piel Morena, sus formas iluminadas,
y sus idílicos paseos por las avenidas de la regeneración.
Pero usted, huele a Barak, a Jose Luis, a promesas de carne asada,
un olor que no se quita de la ropa,
un olor que entume la piel.


Con certeza,
me olvidará tras lo festines,
tendrá que rendir cuentas a compromisos previos al que pretende conmigo,
yo sé que nunca va a divorciarse, no puede,
si lo hiciese no podría ser quien es,
no podría tan siquiera intentar seducirme,
me sé un mísero segundo plato,
una opción de conveniencia,
en el menú de sus
prioridades.


Lo nuestro,
es enamoramiento pasajero,
pura ilusión, puro artificio, no se equivoque Andrés,
el mundo no gira tan sólo a su alrededor, lo siento Manuel,
no puedo, ya he pasado por esto miles de veces, la historia se repite,
una y otra vez, una y otra vez, una y otra vez, con usted y con tantos otros como usted,
desde hace años, sexenios, décadas y quintos centenarios, y nunca nos ha funcionado,
nunca resultó parecerse ni un poquito a lo esperado, a lo deseado,
a lo demandado.


No tema,
no es por Enrique,
el nunca fue una opción;
prepotente engreído artificio de amante,
usted sabe bien como abusó de mi en el pasado,
como mutiló mi cuerpo y maltrató mi autoestima,
como me humilló a mí y a mis hermanos, ninguneados y tratados como a ganado,
como me engañó en aquellas orgías con Carlos y "La Chingada" en mi propia casa,
en la propia puerta de mi casa, en mi propia
cama.


A Enrique y a Carlos,
sé que les detesto con precisión,
sé que les odio, y les maldigo por maltratadores,
por abusadores, por impotentes acomplejados;
les deseo una muerte chiquita,
sin metáfora ni albur.


Andrés,
quiero que sepa,
que en ningún caso se trata de llenar mi corazón con el
más guapo de los feos, con el tuerto entre los ciegos,
el voto útil siempre me pareció
inútil.


Amé a Marcos
nada más conocerle,
y aún hoy, es quizás el más dulce
de aquellos romances Chiapanecos,
pero Marcos, nunca me prometió nada,
Marcos me amó bien, el tan sólo pretendió darme un poco de luz,
de placer, de ternura, de endereza, de autoestima,
de autogobierno.


Marcos,
nunca me habló de firmar papeles,
ni de ponerle un apellido a mis hijos,
el siempre fue claro; sus viejos amores
eran su única razón y nunca me negó
su incondicional entrega
a la bella Lacandona.

Andrés,
que más le puedo decir,
no es Usted, soy yo...


Naimed Sayarba.
Guanajuato, Bajío, México.
Mayo, 2012.

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