MOMO

- ¿No te cansas de barrer? ¿Pensar en barrer tooooda la ciudad?
- No pienso en toda la ciudad, ni siquiera pienso en la siguiente calle...
- ¿Entonces?
- El siguiente respiro, el siguiente paso, una barrida, respiro, doy un paso, barro, respiro, doy un paso, barro. Cuando me doy cuenta, ya acabé toda la calle.

Momo escuchaba atenta..-

"Lo que la pequeña Momo sabía hacer como nadie era escuchar. Eso no es nada especial, dirá el lector; cualquiera sabe escuchar.
Pues eso es un error. Muy pocas personas saben escuchar de verdad. Y la manera en que sabía escuchar Momo era única.
Momo sabía escuchar de tal manera, que a la gente tonta, se le ocurrían, de repente, ideas inteligentes. No porque dijera o preguntara algo que llevara a estas personas a pensar esas ideas, no..." decía Ende...

De niña me consideraba Momo.  Ella era una niña cuya única cualidad y diferencia a todos los otros seres humanos era que sabía escuchar de una manera extraordinaria... mi ego era grande e iluso. Yo creía ser ella.

Fue triste darme cuenta que estaba equivocada. Ahora que ya no soy niña, y la vida me ha enseñado que los susurros que se esconden entre las líneas dicen más que las mismas palabras, ahora que sé que la gente miente, esconde, disfraza, juzga y enmaraña, ahora sé que mis pretensiones de escuchar con la atención certera de Momo, no era más que una fantasía infantil mía más...

Michael Ende era un genio, y esta obra "para niños" está repleta de netas  creativas y eficientes para activar neuronas.

- ¿A dónde vas? - Le preguntó a Casiopea.
- Al futuro, a encontrarte...

Alyne.