Los Distorsionadores



A veces la pluma se quema pausada en el sin fin de las eras, y la dejo ser, con la esperanza de que llegará a algún lado. Los espejos entonces se vuelven espectros que nos espían, que coluden los tiempos en paisajes distintos. Me evado, nos evadimos, te evades. Cambiamos de nombres, de ciudades, de parajes silenciosos. Somos, todos, todos estamos. ¿Hacia dónde? Pareciera no importar mucho. Los verbos “hacer”, “crear”, “decidir”, “dirigir”, “construir”, son sustituidos, amañados, distorsionados ante entes cuyas palabras ostentan otros abrigos.  Adornos cuyo fin no es quitar el frío, sino provocarlo. En este soplo de aire sofocante los reconozco. Abundan. No intentan el bien, se regocijan en el daño.

              Los “distorsionadores” siempre han existido. Son arteros, concubinos, rastreros, intensos y diminutos. Pero no por ser pequeños se disminuye el daño. Son tantos… si no tenemos cuidado, enferman ciudades enteras, países, mundos, y el universo se colapsa. Ahora pululan en el mundo virtual, y los tiempos cuando los gobiernos se definen, suelen atacar fieramente. Como sanguijuelas baratas, necesitan sangre. Buscan acomodar fines, asegurar huesos, afianzar bienes. En ese estadío, los “distorsionadores” atacarán a matar a todo el que consideren enemigo. Tienen ahora diversas herramientas, la palabra, los foros, las entidades virtuales anónimas, twitter. Inventar falacias en este universo es tan simple, que pareciera que estamos adentro de una caja de espejos.
             Alguna vez, un/una distorsionador… distorsionadora me hizo presa. Fui una especie de experimento, quizás, o parte de una vendetta personal de su corazón herido. Requería, quizás, una pluma feroz y viva. Jugar con lealtades absolutas, insultos prestos, ingenio y viveza en el resultado en su ataque a otros distorsionadores. Me metió dentro de una caja de espejos y me puso a buscar algo que yo había perdido.  Perdido en los reflejos, me mantuve allí por muchas vidas. Miré  a los monstruos a los ojos,  y cuando me acostumbré a aquella luz, los vi de verdad, los toqué, y el gatito dócil se convirtió en titán. Se quebró la jaula de espejos en mil pedazos. No salí ileso. Aún hay heridas que sangran, pero salí, quizás más fuerte.

              Algo aprendí de la experiencia. Los distorsionadores, son débiles. Su fuerza se ubica en que no los reconozcas, o que logren convencerte de sus verdades absolutas. No lo permitas, reconócelos, no te dejes manipular. Vienen tiempos turbios y aguerridos para México. Los grupos quieren el poder, sin importar los medios o el bienestar común. Una elecciones con un internet tan vivo en las redes sociales, es un arma poderosa, los distorsionadores pueden hacer lo que hacen mejor, atacar en bandadas.

              La información da poder. Afortunadamente, está a un teclado de distancia. Los distorsionadores no tienen nada que hacer ante una mente crítica y preparada.  Deshazles su juego, y crece a México, con realidades, no supuestos imaginarios impuestos por seres grises, sin nombre ni importancia.
                                                                            ... atemporalmente: El Extranjero