La Promesa



Ayer, sin más qué hacer en la vida, luego de una charla un tanto truculenta, lancé un secuencia de nueve tuits en los que aparecía este “cuento”. Fue redactado en “tiempo real” si es que puede llamarse así. Cada nuevo tuit, era escrito y lanzado sin ninguna corrección. Tiene una modificación en las dos entradas finales, pero de resto está tal cual salió. Así que lean y me cuentan; pero cuéntenme, no me hagan padecer.
—Dame seis meses sin que te suicides, si nada ha cambiado de aquí allá, te mato yo.
—Pero mátame de un balazo.
—No, a lo pobre: ahogada o a cuchilladas.
—Uy, así no.
—Lo siento, soy pobre.
—Consigo uno con plata que me mate.
—No seas cabrona, no me quites el privilegio.
—Es que duele mucho.
—Ahora saliste remilgosa para morirte.
—Otra forma.
—Golpes, no me alcanza para más.
—No.
—La mejor idea sería que no te mataras.
—Yo sé.
—¿Y?
—De un balazo o vuelvo a la idea inicial y me suicido.
—¿Cómo?
—De un balazo.
—No tenemos plata.
—¿Entonces?
—¡Cuélgate!
—Duele mucho.
—¿Te ahorco mientras hacemos el amor?
—Duele mucho.
—No tengo para una pistola.
—Mmm…
—Morirse igual duele mucho, mi amor.
—Habrá algo fácil.
—Un balazo. Pero no me alcanza.
—¿Y si busco que me atraquen y me hago la que forcejea?
—Ya no te mataría yo.
—Se rompería el trato.
—Mejor no te suicides, así no tengo que matarte.
—No puedo, ya se lo prometí a mi mamá.
—Tu mamá es una cabrona.
—Lo sé, pero promesa es promesa.
—Es que no tengo plata, ni para el bus de mañana, en serio.
—Entonces, ¿cómo me vas a matar?
—No tengo para un revolver y jodes mucho. Pero… promesa es promesa. ¿Quién grita abajo?
—Será mi mamá
—¿Miras? ¡Asómate a la ventana!
—Espera… no. Oye, que no… no han pasado seis meses.
—¡Contra el suelo no duele! Y promesa es promesa mi amor. —pero ella ya no está.