Aún no tenía 19 años. La noticia más que asustarme, me extrañó. Habían tantas cosas que desconocía.
Enmedio de mi desconcierto una hermosa realidad: tu venías a mi vida.
No hubo sueño que importara más, mi tiempo, mis sueños sólo quedaron en pausa. Todo para mí cambio...
De pronto, delante de mi existía una mesa con "posibilidades" de las cuales me era necesario elegir.
Había que ser valiente, había que decidir, no habían muchas opciones, pero elegí la mejor.
Mi mente dirigida por mi corazón, sólo alcanzaba a entender que estabas creciendo dentro de mi.
Aún cuando sólo eras como un pedacito de algodón, eso fué suficiente. Ahora contigo era más que valiente.
Mi vida no se detuvo, al contrario. Ahora era muy especial. Cada paso que ahora daba, lo daba por las dos.
Mi cuerpo empezó a confirmarme que todo era verdad. Tu vida estaba siendo formada dentro de mi.
Con los meses pude comprobarlo no sólo a través de tus movimientos, mi cuerpo también cambió.
Aún recuerdo ese día.
Tu primera ropita poco a poco fué llenando más de un cajón.
Me dormía imaginándome como serías, a quien te parecerías y abrazaba mi panza esperando el momento en que pudiera abrazarte.
Aún recuerdo ese día, en que finalmente te vi, ninguna bebé era como tú, tus pelitos pelirrojos lacios y paraditos llenaron mis ojos y tu llanto mi corazón.
Aún recuerdo ese día que a mi vida le diste una razón.
Gracias muñequita, ahora eres una de las tres partes de mi corazón...
Gracias Dios por ayudarme a tomar la decisión. Aún recuerdo ese día, ese día de mi mejor elección...
M.P.
Mayo 2010...
