Carlos Elizondo Mayer-Serra

SOBRAN HORAS DE CLASE



Reproduzco a continuación una muy interesante columna aparecida ayer en el diario Reforma con respecto a la educación en nuestro país comparativamente con otros.






"Un grupo de colegas hemos formulado una serie de preguntas a los candidatos presidenciales respecto a cambios que sugerimos servirían para mejorar a México. Como todo ejercicio colectivo, y así está planteado en el desplegado que publicamos el 27 de marzo, no necesariamente estamos de acuerdo con todas las preguntas formuladas ni con el sentido de las respuestas. El espíritu del ejercicio es exponer temas concretos en las campañas y tratar de ubicar con cierta claridad dónde se encuentran los candidatos respecto a estos temas.

Otro de los beneficios de este ejercicio es que la sociedad se manifieste respecto a cómo contestar estas preguntas. Me llegaron correos criticando la que se refiere a ampliar la jornada escolar actual de 4 horas a una de entre 6.5 a 8 horas diarias. Sus argumentos me han convencido de que se trata de una pregunta que el candidato debe responder en cinco palabras: "no lo voy a hacer".

Primero, porque cuesta mucho dinero. El pasar de una jornada de 4 horas a una de 6 horas (ni si quiera la de ocho que significaría doble plaza por maestro) implicaría un pago anual adicional de por lo menos 80 mil millones pesos, según Carlos Mancera, experto en la materia, en un correo que me envió. Segundo, porque el origen del problema educativo no es que se tengan pocas horas de clase al año. Éstas se incrementaron de forma importante cuando se alargó el calendario escolar en 1993. Las últimas semanas del año escolar se desperdician más aún que en el resto del año. Ése es el problema. Un mal uso del tiempo que tienen los estudiantes en la escuela.

Según datos de la OCDE, cuando se miden las horas en la escuela de todos los países miembros, más los 8 del G20 que no son parte de la OCDE, un alumno mexicano pasa más horas al año en clase que la gran mayoría de estos países. Para el caso de los alumnos de entre 12 y 14 años, las 1,167 horas por año de clases son una suerte de récord Guinness entre los países analizados. Si calidad y horas de estudio vinieran juntas, tendríamos uno de los mejores desempeños educativos del mundo. Un alumno finlandés de entre 12 y 14 años, que pertenece al sistema educativo con desempeño más alto, según la prueba PISA-OCDE, pasa solo 856 horas al año en la escuela.

¿En qué gastamos tantas horas? Más allá de ceremonias de la bandera, retardos, simulacros de sismos y paros de todo tipo hay una curiosa distribución del tiempo según la OCDE. Un alumno mexicano de entre los 12 y 14 años de edad pasa el 23 por ciento del tiempo estudiando ciencias sociales, frente al 7 por ciento de un finlandés, quien como ya vimos pasa 311 horas menos que el mexicano en la escuela. Ningún país destina tanto porcentaje de su tiempo en ciencias sociales. El más cercano es Argentina con 19 por ciento, aunque sus horas de clase al año son 744. En matemáticas dedicamos un porcentaje similar al de la mayoría de los países. Donde dedicamos pocas horas es en arte, educación física, inglés y en clases que el alumno puede elegir.

No se trata de imponerles más horas a los estudiantes en la escuela. El reto es aprovechar bien las que ya tienen. Para empezar tienen que llegar puntuales maestros y alumnos. Luego se necesitan buenos docentes. Finalmente se requiere un plan de estudios que estimule la creatividad de los estudiantes, hoy agobiados en la memorización de fechas históricas.

Un argumento para apoyar la extensión de las horas de estudio es conseguir más tiempo disponible para que la madre pueda trabajar si así lo desea o necesita. Con lo corto de la jornada esto se vuelve muy complicado. Sin embargo, para estacionar en las escuelas a los niños cuyas madres trabajan, ampliar la jornada escolar es un caro remedio. Sería mejor invertir en una red de centros deportivos y culturales que sirvan de espacio de formación extracurricular para estos niños. Fuera del ineficaz sistema educativo mexicano.

Lo fácil es prometer más horas de clase o más gasto en los muchos servicios públicos que la gente demanda. Sin un análisis profundo de si es posible gastar ese dinero adicional de forma eficaz, acabará siendo capturado por el sindicato y por la propia burocracia. No le llegará al ciudadano con un mejor servicio. Lo difícil es gastar bien el tiempo y el gran monto de dinero que hoy invertimos en educación y en otros servicios para el ciudadano. Este es el gran reto que deberá enfrentar quien gane la Presidencia. Urge que nos digan cómo le piensan hacer."



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